Capitulo 1
Ya ha vuelto a llegar el momento de mudarme de nuevo,
ya he estudiado la universidad y e pasado algunos años trabajando, pero pronto
la gente notara que no cambio, que nunca me enfermo ni me lastimo, me gusta el
pueblo donde estoy, es tranquilo y agradable, tanto que me recuerda al lugar
donde crecí pero tengo que cambiar.
Voy a extrañar mi pequeña pero agradable casa, a pesar
de que solo tenía un cuarto no muy grande, donde solo cavia una cama individual
y un espejo completo y un armario pequeño; había pintado el cuarto de color
gris y tenia persianas rojas, las sabanas eran blancas al igual que las
almohadas.
La cocina era pequeña, aunque no la necesitaba en
realidad, no tenía una sala de estar pero eso estaba bien para mi, después de
todo nunca tenia visitas y eso me agradaba; no es que sea urania, solo que
siento que si me encariño con la gente, después la extrañare.
Toda mi casa está pintada de blanco, soy algo
conservadora, aunque considerando mi época es normal; comencé a hacer las
maletas, guarde muy poca ropa, el resto la donaría, como siempre lo había
hecho, había un refugio en el pueblo y necesitaban ropa.
Una vez que termine de guardar mis cosas, puse que
rentaría la casa, así conseguiría dinero aunque estuviera en otro estado o en
otro país, fui a la escuela donde trabajaba y puse mi renuncia, le dije que tenía
que ir a cuidar a mis padres que ya eran viejos, las personas lo entendieron.
Me sentí mal por haberles mentido, pero tenía que
hacerlo si quería irme en paz de allí, cuando Salí de la escuela, pude
contemplar el pueblo, a la izquierda de la calle estaba la abarrotería del
señor Maine, quien siempre tenía los vegetales frescos, también la carne y los
panes recién horneados, su aroma delicioso se expandía por toda la calle.
Al lado de el estaba la florería de la señora Austin,
aunque era algo vieja, tenía su jardín bien cuidado todo el año, y sus flores
siempre me alegraban al verlas y olerlas, en especial los claveles, tenía dos
nietas que siempre la ayudaban, mis pequeñas alumnas Beth y Karen, quien
siempre me regalaban flores en cualquier ocasión especial.
Del otro lado de la calle estaban las casas, que
aunque pequeñas eran acogedoras para las familias que Vivian allí,
definitivamente volvería a ese pueblo algún día, me gustaba demasiado estar
allí.
Una semana después de tomar la decisión de partir,
tome el autobús que me llevaría a la ciudad más cercana para irme, pero cuando
fui con mi maleta en mano, todo el pueblo había ido a despedirme, incluso las
niñas, que me llevaron un gran ramo de flores de todo tipo, yo sonreí como
agradecimiento y acaricie sus cabezas.
Después me subí al autobús, y voltee a la ventana y me
despedí agitando la mano, entonces el camión arranco y vi como se iba perdiendo
a la distancia el pequeño pueblo en donde pase unos buenos años.
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