domingo, 10 de febrero de 2013

Despues de la muerte


Capitulo 1

Ya ha vuelto a llegar el momento de mudarme de nuevo, ya he estudiado la universidad y e pasado algunos años trabajando, pero pronto la gente notara que no cambio, que nunca me enfermo ni me lastimo, me gusta el pueblo donde estoy, es tranquilo y agradable, tanto que me recuerda al lugar donde crecí pero tengo que cambiar.

Voy a extrañar mi pequeña pero agradable casa, a pesar de que solo tenía un cuarto no muy grande, donde solo cavia una cama individual y un espejo completo y un armario pequeño; había pintado el cuarto de color gris y tenia persianas rojas, las sabanas eran blancas al igual que las almohadas.

La cocina era pequeña, aunque no la necesitaba en realidad, no tenía una sala de estar pero eso estaba bien para mi, después de todo nunca tenia visitas y eso me agradaba; no es que sea urania, solo que siento que si me encariño con la gente, después la extrañare.

Toda mi casa está pintada de blanco, soy algo conservadora, aunque considerando mi época es normal; comencé a hacer las maletas, guarde muy poca ropa, el resto la donaría, como siempre lo había hecho, había un refugio en el pueblo y necesitaban ropa.

Una vez que termine de guardar mis cosas, puse que rentaría la casa, así conseguiría dinero aunque estuviera en otro estado o en otro país, fui a la escuela donde trabajaba y puse mi renuncia, le dije que tenía que ir a cuidar a mis padres que ya eran viejos, las personas lo entendieron.

Me sentí mal por haberles mentido, pero tenía que hacerlo si quería irme en paz de allí, cuando Salí de la escuela, pude contemplar el pueblo, a la izquierda de la calle estaba la abarrotería del señor Maine, quien siempre tenía los vegetales frescos, también la carne y los panes recién horneados, su aroma delicioso se expandía por toda la calle.

Al lado de el estaba la florería de la señora Austin, aunque era algo vieja, tenía su jardín bien cuidado todo el año, y sus flores siempre me alegraban al verlas y olerlas, en especial los claveles, tenía dos nietas que siempre la ayudaban, mis pequeñas alumnas Beth y Karen, quien siempre me regalaban flores en cualquier ocasión especial.

Del otro lado de la calle estaban las casas, que aunque pequeñas eran acogedoras para las familias que Vivian allí, definitivamente volvería a ese pueblo algún día, me gustaba demasiado estar allí.

Una semana después de tomar la decisión de partir, tome el autobús que me llevaría a la ciudad más cercana para irme, pero cuando fui con mi maleta en mano, todo el pueblo había ido a despedirme, incluso las niñas, que me llevaron un gran ramo de flores de todo tipo, yo sonreí como agradecimiento y acaricie sus cabezas.

Después me subí al autobús, y voltee a la ventana y me despedí agitando la mano, entonces el camión arranco y vi como se iba perdiendo a la distancia el pequeño pueblo en donde pase unos buenos años.

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